
¿Quién es dueño de tus datos médicos en la nube? Un riesgo latente
En una era en que “los datos son dinero”, el debate sobre la propiedad y el control de la información médica cobra cada vez más relevancia. Aunque las leyes reconozcan a las personas como propietarias de sus datos, a menudo pierden el control cuando estos se almacenan en servicios de nube gestionados por terceros, como empresas tecnológicas o proveedores de salud.
El respaldo en la nube ofrece claros beneficios: acceso en tiempo real a historiales, interoperabilidad y escalabilidad para instituciones sanitarias. Sin embargo, estos servicios también están expuestos a fallas tecnológicas, brechas de seguridad y configuración errónea -riesgos que pueden comprometer datos gravemente sensibles.
Por ejemplo, en agosto de 2024, un proveedor estadounidense de salud mental dejó expuestos en internet más de 120.000 archivos, incluyendo audios, videos y registros médicos íntimos, por una configuración insegura en su base de datos en la nube. Esta situación resalta el peligro real y cercano: datos biométricos, diagnosis y documentos personales pueden filtrarse sin mayor dificultad.
Además, cada vez hay más evidencia de que incluso datos supuestamente “anonimizados” pueden ser reidentificados. Investigaciones recientes con señales biométricas -como ECG- demuestran que, con métodos sofisticados, se puede reconocer la identidad de personas en más del 80 % de los casos.
En el ámbito legal, aunque en países como Argentina la ley establece que los datos personales pertenecen a las personas incluso cuando los administra un tercero, esa propiedad es muchas veces ambigua en la práctica.
El riesgo de pérdida de privacidad, suplantación de identidad o uso indebido de datos con fines políticos o comerciales -potenciado por IA y marketing algorítmico- exige una mayor conciencia pública, regulación actualizada y transparencia radical por parte de los responsables de los datos, así como tecnologías más sobrias y seguras, como modelos de IA de código abierto y autoalojados.
Fuente: SaberenSalud.