Cuando el clima enferma: el país ante el avance del calor extremo y las sequías

Cuando el clima enferma: el país ante el avance del calor extremo y las sequías

El impacto del cambio climático dejó de ser una proyección científica para transformarse en una realidad palpable en la Argentina. La evidencia es contundente: el país experimenta más olas de calor, sequías prolongadas e incendios forestales que amenazan no solo el ambiente, sino también la salud y la economía. Según el monitor regional The Lancet Countdown Latin America, la mortalidad asociada al calor aumentó significativamente en las últimas décadas, especialmente entre los mayores de 65 años y los bebés, dos poblaciones particularmente vulnerables.

 

Aunque el incremento promedio de la temperatura local parece moderado —alrededor de 0,5°C en los últimos años— su efecto se potencia en grandes ciudades como Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, donde la urbanización, la falta de espacios verdes y las construcciones de cemento generan “islas de calor” que amplifican las temperaturas reales. En zonas vulnerables, la falta de acceso a refrigeración y la inestabilidad energética profundizan el riesgo sanitario y la desigualdad.

 

Las consecuencias económicas también son alarmantes: entre 2015 y 2024, la Argentina perdió más de US$2180 millones debido a muertes asociadas al calor, acompañadas por una reducción en la productividad vinculada al clima extremo. A estas cifras se suman los costos derivados de incendios forestales cada vez más frecuentes. Provincias como Salta, Formosa, Chaco y Santa Cruz registran sequías prolongadas, condiciones que —sumadas a prácticas humanas inseguras— favorecen incendios extensos y de difícil control.

 

En la Patagonia, comunidades como Bariloche y El Bolsón viven hoy con alerta permanente por el riesgo de fuego, organizando capacitaciones y dispositivos comunitarios preventivos ante temporadas de sequía severa. Allí, el cambio climático también deja una huella emocional: brigadistas y vecinos enfrentan desgaste físico y mental sin mecanismos sistemáticos de contención.

 

Si bien la Argentina implementó medidas como sistemas de alerta temprana y protocolos para emergencias climáticas, especialistas advierten que la magnitud de la crisis exige políticas más robustas y sostenidas. El desafío ya no es solo ambiental: es sanitario, social y económico. El futuro, coinciden científicos y comunidades, dependerá de la capacidad de adaptación y acción inmediata para mitigar un calentamiento que avanza sin pausas.