Alerta silenciosa: la muerte súbita cobra más de 40.000 vidas por año en nuestro país

Alerta silenciosa: la muerte súbita cobra más de 40.000 vidas por año en nuestro país

En Argentina, la muerte súbita se ha transformado en uno de los fenómenos más dramáticos del sistema sanitario: unos 40.000 fallecimientos anuales son atribuidos a este fenómeno, según fuentes médicas y científicas nacionales. Especialistas advierten que la cifra no es caprichosa: se inserta en una tendencia global. En países del mundo occidental, se registran entre 450.000 y 500.000 casos cada año, de acuerdo con datos de la Sociedad Argentina de Electrofisiología Cardíaca.

 

El Dr. Alan Sigal, coordinador de guardia del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), explica que la muerte súbita ocurre de forma inesperada en personas aparentemente sanas, casi siempre por arritmias graves como la fibrilación ventricular, y frecuentemente en el marco de una enfermedad coronaria no diagnosticada. También se relaciona con cardiopatías congénitas o trastornos genéticos del ritmo cardíaco.

 

Entre adultos, la muerte súbita representa aproximadamente una de cada cuatro defunciones, y en la mitad de los casos responde a causas cardiovasculares. Además, su impacto no respeta edades: suele manifestarse en dos momentos clave de la vida: durante la infancia y después de los 45 años, con una mayor incidencia en varones y, más adelante, en mujeres.

 

Según José Gant López, jefe de Electrofisiología del Hospital Alemán, el desenlace suele ocurrir dentro de la primera hora de síntomas y fuera del ámbito hospitalario. En el 60 % de los episodios hay testigos presentes, en lugares de trabajo, ocio o transporte: “La verdadera tragedia es presenciar el colapso sin saber cómo auxiliar”, afirma.

 

Se estima que entre el 70 % y 80 % de estos eventos está vinculado con enfermedad coronaria, y que la fibrilación ventricular desencadena nueve de cada diez episodios. El tiempo es clave: cuanto más rápido se utilice un desfibrilador externo automático (DEA), mayores son las probabilidades de supervivencia.

 

Pero hay esperanza: múltiples estudios aseguran que hasta un 80 % de los eventos cardíacos pueden prevenirse si se adoptan hábitos saludables y medidas de prevención. El Dr. Sigal recuerda que el tabaco, la diabetes, la hipertensión, el sedentarismo, la obesidad, el colesterol alto y los antecedentes familiares aumentan el riesgo.

 

La receta de los cardiólogos es clara: una dieta equilibrada, al menos 150 minutos de actividad física semanal, gestión del estrés, buen descanso, abstinencia tabáquica y control del consumo de alcohol. En última instancia, la comunidad —como primer respondiente— se transforma en un eslabón decisivo frente a esta amenaza silenciosa.

 

Fuente: SaberenSalud.